Parashat Vayigash 5754
Génesis 44:18 - 47:22
18 diciembre 1993 / 4 tevet 5754
(Traductora: Inés Baum Gutiérrez, baumgut@sol.racsa.co.cr)

Son los sub-temas los que hacen de la saga de José una muestra
de excelente literatura. Si la Torá se hubiera limitado solamente
a narrar al viaje de José de Canaán a Egipto, esto nos habría
dejado como resultado un pasaje de torpe teología y de aburrida
prosa. Pero el autor es demasiado bueno como para hacer que
José revele su identidad cuando sus hermanos llegan por primera
vez. Sin embargo, ¿qué se logra con este atraso?. Los sueños de
José, que le costaron el amor de sus hermanos, ciertamente se
han cumplido.

El sub-tema fraguado por José en ese momento no se vincula con
los sueños sino más bien sobre el carácter. Manipula a sus hermanos
hasta llevarlos a una situación en la que pueden disponer del segundo
hijo de Raquel, Benjamín, sin sentir la menor sombra de culpabilidad.
Después de todo, fue el propio visir del Faraón quien los obligó a
traerlo a Egipto, y ¿quién sabe si Benjamín no hurtó realmente la copa ?

Pero la historia no se repite a sí misma. Los hermanos de José no son
los mismos hombres que lo vendieron a la esclavitud 22 años antes.
Evidentemente transformados ante el dolor inconsolable de su padre
por la muerte de José, se sienten mortificados ante la perspectiva de
perder a Benjamín.

Al comienzo de la parashá, la atención se enfoca sobre Judá, el hermano
a quien primero se le ocurrió proponer la venta de José a la caravana
de mercaderes que se dirigían a Egipto. En una de las escenas más
dramáticas de toda la Torá, Judá se dirige a José en un despliegue
sorprendente de valor moral. Benjamín era su responsabilidad. El, y
no Rubén, había persuadido a Jacob para que permitiera a Benjamín
acompañar a sus hijos a Egipto, tal y como había exigido José (Gén. 42:37
- 43 :9). Esta vez, Judá se ofrece en lugar de Benjamín. No puede
soportar la idea de tener que ser testigo de la angustia que asaltaría a
su padre si regresaran sin él. Este hombre no es el mismo hombre
responsable de la tragedia de José. Las palabras y la acción de Judá
reducen a José a las lágrimas y el drama de la reconciliación da comienzo.

La narración del pasaje de José culmina así en una instancia
inolvidable de teshuvá. Judá pasa de ser un hombre insensible
y desenfrenado a ser un líder compasivo y valiente. A mi modo
de ver, él es el más interesante de los dos personajes principales.
José se ve favorecido por la gracia de Dios desde el principio.
Cualesquiera que sean los reveses a los que se enfrenta, está
destinado al triunfo ; sin embargo, su carácter permanece
relativamente estático. Judá, por otra parte, comienza como
un villano y termina como un héroe, evidencia fehaciente de la
capacidad que tiene el ser humano para madurar y cambiar en
toda su gloria. Para Judá, como para el resto de nosotros, la virtud
no es un regalo sino una meta. El disciplinarnos a nosotros mismos
puede remover los sedimentos del pecado ; el remordimiento tiene
el poder de restaurar lazos que fueron destruidos. Con esta visión
de vida, la Torá ha avanzado mucho desde los episodios de Noé y
Abraham, en los que el bálsamo de teshuvá brillaba por su ausencia.
Judá apunta a Jonás y a los profetas.

Así pues, al estar el clan de Jacob a punto de asentarse en Egipto,
se ve bendecido por dos hombres igualmente merecedores de
liderazgo nacional. Pero ¿cómo se hace para fundar una nueva
comunidad?. ¿Qué instituciones son vitales para sostener una
identidad de grupo? Esta es la pregunta que se hicieron los rabinos
en una época en la que proliferaron los asentamientos judíos fuera
de Palestina. ¿Será suficiente el vivir en regiones separadas, como
la tierra de Goshen?. La discusión se origina a partir del verso
enigmático (como una perla, un midrash es la respuesta creativa
a un obstáculo textual): "Y Jacob envió a Judá delante de sí a
José, para que éste le indicara el lugar destinado para él en
Goshen (Gén. 46 :28).". El versículo no nos da ninguna pista
sobre el propósito de este viaje solitario de Judá. De manera
prosaica, un rabino comenta que el texto no significa nada más
que lo que dice : que Judá precedió a la familia con el fin de
comprar una casa. Nosotros tampoco estaríamos cómodos con
la idea de mudarnos a otro lugar sin tener alguna idea de adónde
habríamos de vivir.

Desde un punto de vista más profundo, un segundo rabino
presenta la opinión de que Judá tenía otra misión completamente
diferente : comprar una escuela, un lugar donde se pudiera
enseñar la Torá a los niños. El detonador para esta opinión es
el verbo "lehorot" (señalar el camino), que comparte la misma
raíz con el sustantivo "torá". En otras palabras, el inusual verbo
"lehorot" sugiere la razón para el viaje de Judá y, desde luego,
permite la articulación de la estrategia rabínica para la supervivencia
judía. El estudio de la Torá es la única atmósfera en la que el judaísmo
como organismo vivo tiene oportunidad de florecer.

No citaría este midrash si no creyera en él. La historia judía
es testimonio del poder que tiene la mente para darle forma a
la realidad, aún en América, la más abierta de las sociedades.
Un estudio reciente, publicado por el Centro Cohen de Brandeis
y por el Servicio de Educación Judía de Norte América,
proporciona los primeros datos empíricos que demuestran una
sorprendente correlación entre el tiempo y la intensidad de la
educación judía de un joven y la calidad de su compromiso con
el judaísmo en su edad adulta. Por ejemplo, del grupo de edades
comprendidas entre 25 y 44 años, el 80% de aquellos que recibieron
sies o más años de educación en un colegio religioso judío se casaron
con judíos nacidos judíos, comparado con el 51% de aquellos que
recibieron 6 o más años de educación judía complementaria. En cuanto
a la pertenencia en una sinagoga se refiere, la diferencia es de un 59%
comparado con un 44%. Aquellos que recibieron menos educación judía
(como por ejemplo 3 a 5 años de lecciones complementarias en la
sinagoga después del colegio secular) alcanzaron un resultado final
significativamente menor en todos los criterios de la identidad judía.

El peso combinado de esta investigación y el orden tradicional
de las prioridades judías debieran dictar nuestra respuesta ante
esta crisis de continuidad. No existe ningún substituto para la
educación judía seria. Dentro de nuestro propio movimiento,
debemos ayudar a los padres a adquirir el conocimiento y el amor
por el judaísmo para que puedan hacer del hogar, una vez más,
un lugar efectivo desde donde inculcar los valores y las prácticas
del judaísmo. Debemos evitar la creencia - tan infundadamente
defendida - de que el bar y bat mitzvá son el punto final de la
educación judía. Debemos fortalecer las escuelas de nuestras
sinagogas y aumentar el número de escuelas Schechter,
especialmente secundarias. Y finalmente, debemos expandir el
alcance del United Synagogue Youth (Jóvenes del Movimiento
Conservador) y de los Campamentos Ramah, como medios
probados donde experimentar la alegría de vivir el judaísmo en
comunidad.

La Hagadá de Pésaj celebra la tenacidad con la que los descendientes
de Jacob preservaron su identidad bajo las condiciones más adversas.
Hacer menos en el ambiente de libertad en que vivimos sería una
parodia histórica.

Shabat shalom u-mevoraj

Ismar Schorsch

La publicación y distribución de los comentarios (en inglés) de las
parashá ha-shavuá del Dr Schorsh han sido posibles por la colaboración
generosa de Rita Dee y Harold Hassenfeld.