Parashá Toldot 5757
Génesis 25 :19 - 28 :9
16 noviembre 1996 / 5 kislev 5757
(Traductor : Miguel Rojas, Adivinalo@aol.com)
En el habla rabínica, agua significa
Torá. La asociación es básica y
evidente, ambos son elementos dadores de vida. Así como el agua
sustenta la vida orgánica, la Torá, nutre la vida judía.
Por lo tanto, cuando
Isaías pronunció : “¡Ah !, todos vosotros que tenéis
sed, id a las aguas,
aún si no tenéis dinero (Isaías 55 :1).”, los rabinos
toman esas palabras
como una invitación para entrar al mundo de la Torá.
La base de la práctica de la sinagoga, la lectura regular de la
Torá, se
basa en esta analogía. No pueden pasar más de tres días
sin una
recitación pública de la Escritura. De acuerdo con la narración
del Éxodo,
la gente de Israel, después de cruzar el Mar Rojo, erró por
el desierto por
tres días sin signos de agua, borrándose rápìdamente
cualquier memoria
de milagros previos y protagonizando un descontento popular (Éxodo
15 :22). El Talmud trata el episodio metafóricamente : Tres días
sin
exposición a ninguna palabra de la Torá fue más de
lo que Israel pudo
soportar y, por lo tanto, en algún momento, el liderazgo profético
estableció la costumbre de leer la Torá litúrgicamente
no sólo en la
mañana del Shabat, sino también en las mañanas de
los lunes y los
jueves. El mismo día en la mañana en que completamos una
parashá,
empezamos la próxima en la tarde y lo hacemos dos veces más
durante
la semana. Estar lejos de la Torá es tan fatídico como una
sequía.
La identidad entre agua y la Torá es una analogía rabínica,
pero ofrece
una pista para interpretar un oscuro fragmento en la vida de Isaac.
Aunque nuestra parashá lleva el nombre : “Esta es la historia de
Isaac”,
apenas narra un poco sobre su vida adulta. Aún así la Torá,
encuentra
adecuado consagrarle una media docena de versículos (Génesis
26:17-
22), para contarnos de los esfuerzos de Isaac para volver a poner en
funcionamiento los pozos de agua construidos por su padre : “Isaac cavó
nuevamente los pozos de agua, los cuales habían sido cavados en
los
días de su padre Abraham y que los filisteos habían rellenado
después de la muerte de Abraham ; y él los llamó con
los mismos
nombres que su padre los había llamado (26 :18).”. Los filisteos,
en cuyo
territorio residía Isaac en ese tiempo, trataron de impedir su plan,
pero él
se las arregló para reactivar por lo menos tres pozos de agua (y
quizás un
cuarto (26 :32)).
Los comentaristas, tanto antiguos como modernos se han mantenido
alejados de ese pasaje. Pareciera que su prosaica cualidad añade
poco a
la biografía de Isaac. Quisiera sugerir que el significado del fragmento
es
inherente en su contenido implícito en vez de su contenido explícito.
El
episodio apunta a la lealtad de Isaac al legado de su padre. Isaac no sólo
reside en donde su padre una vez vivió, no sólo bebe de la
misma agua,
sino lo más importante, acata los preceptos que su padre representaba.
La
imagen de un hijo que trata de reapropiarse de los pozos de agua que
sustentaron a su padre, resuena con el simbolismo de reparación
de una
grave violación. No es accidental que la primera vez que Isaac percibe
a
Dios que se dirige a él como el Dios de su padre, ocurre directamente
después de la restauración de los pozos de agua (26 :24).
Hay mucho en la narración de la Torá que insinúa que
la lealtad de Isaac
a la fe de su padre fue bastante debilitada por la prueba de la “atadura”
en
el Monte Moriah. Primero Isaac no regresa a Beersheba con Abraham
(22 :19). ¿Habíanse roto la concordia y la intimidad de su
relación ?.
Segundo, Isaac se lamenta intensamente cuando muere Sara y
permanece inconsolable hasta que Rebeca entra en su vida (24 :67).
¿Quizás él atribuyó su muerte después
de la “atadura”, como el midrash
lo atribuye, a la incomprensible conducta de Abraham ? ¿Halló
él refugio
en el amor protector de ella, en vez de el de su padre ?. Tercero, después
de que nacen sus hijos, Isaac prefiere a Esaú, “un diestro cazador,
un
hombre del aire libre (25 :27)”, quien escasamente exhibía cualquier
interés en materias como justicia y rectitud, que identificamos
con
Abraham (18 :19).
El cuento de los pozos de agua tiene el propósito de modificar la
impresión de que Isaac no quedó permanentemente malquistado
con la
fe de su padre. Él lucha para sobreponerse a las cicatrices de su
terror,
para entender la callada angustia de su impenetrable padre y el
significado de ese evento punzante. Él regresa para remover los
desechos, los cuales han cubierto y contaminado los pozos de agua, para
que él pueda beber de nuevo de sus sagradas aguas.
Pero, para interiorizar ese legado, le fue necesario podar y recortar
elaborados aditamentos para así recobrar su equilibrio e integridad,
para
que funcionara para él. Cada generación de filisteos busca
poner freno al
carácter plástico de una tradición sana. La transmisión
es un proceso
dinámico, interactivo gobernado por ambas, la receptividad y la
reverencia. Los guardianes de la tradición deben sentir el dolor
del fiel
aún cuando ellos presten atención a la voz de Dios.
Nadie ha captado más claramente el espíritu creador de esta
relación
dialéctica que el incomparable escritor alemán Goethe : “Lo
que usted ha
heredado (pasivamente) de sus antepasados, agárrelo (activamente)
para
poder hacerlo suyo.”.
Shabat shalom u-mevoraj
Ishamar Schorsch
La publicación y distribución (en inglés) de los comentarios
del Dr
Schorsch sobre la parashá ha-shavua han sido posibles gracias a
una
generosa subvención de Rita Dee y Harold Hassenfeld.