PARASHÁ - Shmini 5755
Levítico 9:1 - 11:47
25 marzo 1995 / 23 adar II 5755
(Traductora: Ana Roselló, atoscano@arrakis.es)
En 1922, el profesor Mordecai Kaplan del Seminario,
confió a
su diario que: “No hay duda de que tarde o temprano, el
Judaísmo tendría que progresar separado de las leyes
alimenticias.”. Aunque personalmente él observaba el kashrut
tanto dentro como fuera de casa, definitivamente la presión
surgida de la mezcla de tantas culturas (fenómeno del
“melting-pot” americano), no alentaba a seguir manteniendo
el kashrut. ¡Qué extraordinariamente diferentes son las
perspectivas hoy en día!. En el otoño de 1990, un observador
de la industria alimenticia “kasher” en América afirmaba que
alrededor de 18.000 productos kasher estaban en el mercado,
y que cada vez más compañías certificaban nuevos productos.
La industria había levantado un mercado de 1,5 mil millones
de dólares y de 6 millones de consumidores; y en 1989, la
revista “Ad Week”, destacaba los alimentos kasher como uno
de los sectores “más dinámicos” de todo el país. Para
responder a las preocupaciones de los consumidores,
especialmente en lo que a abuso de precios se refiere, el
gobernador del estado de Nueva York, Mario Cuomo, creó en
1985 la “Agencia Para el Asesoramiento sobre Alimentos
Kasher” en el estado de Nueva York.
Este extraordinario cambio de rumbo, ejemplo de la amplia
influencia judía en la vida americana, nos hace ser menos
defensivos ante las leyes alimenticias judías. Yo fui criado en
la creencia de que abstenerse de comer carne de cerdo salvaba
a los judíos de la temida enfermedad de la triquinosis. Pero a
diferencia de mi padre, quien rebuscaba en la literatura
razones higiénicas, yo considero las leyes del kashrut que
explican no comer cerdo como una mera parte de la visión
mundial, saturada de Dios, del Judaísmo. En una época en
la
que ningún americano con amor propio sería descubierto sin
sus personales tabúes alimenticios, tema constante de las
investigaciones más recientes, los de los judíos al menos
son
antiguos y sagrados.
Entre los animales de cuatro patas que específicamente
prohibe el parashá de esta semana están el camello, el damán,
la liebre y el cerdo. Todos ellos poseen uno de los dos atributos
que hacen que un animal de tierra no sea apto para el
consumo. Los tres primeros rumian, pero tienen los dedos de
las patas separados y carecen de la pezuña hendida, que es lo
que la Torá requiere. El cerdo, por otro lado, tiene la pezuña
hendida, pero no es rumiante. La Torá no pone especial énfasis
sobre el cerdo, y, sin embargo, es universalmente conocido que
la aversión a comer cerdo es uno de los signos más
característicos de la identidad judía, a menudo preservada
cuando todos los otros se han ido desgastando. En el s. XV,
cuando los judíos de la península Ibérica se vieron
forzados a
la conversión, muchos de ellos, llamados Marranos, seguían
rehusando comer cerdo como última muestra de su secreta
fidelidad al Judaísmo; un hecho altamente subrayado por el
significado peyorativo del término “marrano = cerdo”. Y nada
puede iluminar más gráficamente la perenne disputa religiosa
que divide hoy a la sociedad israelí, con los debates periódicos
en el Knesset sobre la cría doméstica de cerdos. ¿De
dónde
viene esta aversión visceral ?. Esta es la pregunta que me
gustaría tratar brevemente.
De acuerdo con el sabio bíblico, Jacob Milgrom, la
repugnancia al cerdo estaba muy extendida en el antiguo
Medio Oriente en fechas anteriores a la Torá. Muchas culturas
lo consideraban un animal impuro, útil sólo para sacrificios
ofrecidos a los dioses del más allá. Las evidencias
arqueológicas de Canaan sugieren que mientras los Filisteos,
aborrecidos por Israel, usaban al cerdo para fines de culto, la
cría de cerdos se interrumpió repentinamente cuando Israel
se
apoderó del país. Una máxima del libro de los Proverbios,
expresa el sentido de la repugnancia por el cerdo, ausente en el
Levítico: “Un aro de oro en el hocico de un cerdo es como una
mujer hermosa privada de buen sentido (Proverbios 11:22).”.
De hecho, Milgrom conjetura que el segundo criterio que hace
a un cuadrúpedo comestible, el que rumie, fue específicamente
añadido por el Levítico para excluir al cerdo. La ausencia
de
pezuña hendida se consideraba bastante para eliminar a los
otros tres.
Cuando llegamos al Segundo Libro de los Macabeos redactado
posiblemente a finales del s. I e.c., comer cerdo se consideraba
alta traición al Judaísmo. El Segundo Libro recoge los
primeros ejemplos de martirios religiosos. Uno de los mártires
es un anciano y respetado escriba, llamado Eleazar, quien
rehusa someterse a la orden de los soldados sirios de comer
carne de cerdo en público: “Él saludó a la muerte
con gloria
en vez de vivir corrompido y voluntariamente se sometió al
potro de tortura.”. En otras palabras, el consumo de cerdo se
consideraba equivalente a someterse a los modos griegos, que
es la reforma religiosa que los Sirios buscaban imponer por la
fuerza en Judea.
La destrucción de Jerusalém por los Romanos, convirtió
al
cerdo, en el pensamiento rabínico, en un símbolo de Roma.
El
emblema de la Legión X, la cual ocupó las ruinas de Jerusalém
después del año 70 e.c., era un jabalí. Tras la derrota
de Bar
Kochba en 135 e.c., el emperador Adriano convirtió a
Jerusalém en una ciudad romana y, según el padre Jerónimo
de
la Iglesia Latina, que vivió en Belén durante los últimos
30
años de su vida: “Delante de la puerta que daba entrada a
Belén, Adriano colocó un cerdo esculpido de mármol
mostrando así que los Judíos estaban bajo el poder de los
Romanos.”.
El recuerdo de estos hechos podría haber inspirado más tarde
un midrash que asociaba el cerdo con Roma y su progenitor
bíblico, Esau. Lo que los vinculó fue la aparición
de cánones
sociales. El midrash conecta la boda de Esau a la edad de 40
años (Génesis 26:34), con un verso en los Salmos que
describe a Jerusalém como una ciudad abandonada por Dios;
con sus muros violados y destrozados, y atacada
despiadadamente por jabalíes salvajes (Salmos 80:14). ¿Por
qué el salmista resalta la imagen de un jabalí ? Porque es
un
maestro de la falacia. El jabalí nos muestra sus patas hendidas
para hacernos pensar que es “kásher”. De forma similar, los
Romanos, quienes oprimían y saqueaban detrás de una
fachada de legalidad y justicia, son como Esau quien cayó
durante años en adulterio, de acuerdo con el midrash, para
finalmente casarse a los 40 años como su santo padre, Isaac,
como si de repente hubiera encontrado la religión. Podemos
tomar el cerdo como una advertencia contra el engaño de
conversiones repentinas y falsa fachada de cortesía.
Para los Judíos ashkenazic de la Edad Media, el cerdo
continuaba siendo el símbolo del cuarto y final reinado de
Daniel en la famosa profecía en la cual los Judíos calculaban
la
esperada llegada del mesías. La Cristiandad, con su sede en
Roma, fue una extensión de la desesperanzadora crueldad del
dominio romano. Al mismo tiempo, sin embargo, en las tierras
germanas del Sacro Imperio Romano, el símbolo del cerdo se
arrojó a los Judíos en forma de un obsceno motivo anti-judío.
Desde el s. XIII al s. XVI, la iconografía cristiana adornó
las
iglesias y edificios públicos con la representación escatológica
de los Judíos chupando de las tetas de una cerda. La imagen
que se encuentra en la iglesia de Wittenberg tuvo gran
notoriedad nacional después de que Martín Lutero, en
1543 e.c., en uno de sus dos virulentos panfletos antisemitas, la
usara para probar que el cerdo es la fuente de la extraña
cultura y poder de los Judíos; transformando un objeto de
repugnancia en un objeto de veneración, (igual que con la
sangre en la infamia o “Libelo de la Sangre”*).
El
“Judensau”, el cerdo de los Judíos, como era llamado,
convertía a los Judíos en seres inferiores a los humanos,
haciéndolos cómplices del diablo y maestros de magia negra.
Hemos completado el círculo desde injuriar al cerdo porque era
sacrificado a los dioses del más allá infernal hasta insultar
a
los Judíos por su estilo demoníaco el cual tiene su raíz
en su
adoración al cerdo.
La verdad es a menudo más extraña que la ficción.
La historia
del cerdo como tabú y símbolo nos dice tanto de la historia
judía como del sistema de valores del judaísmo. El camino
al
infierno está pavimentado con las imágenes estereotipadas
de
otros.
* “Libelo de la Sangre”: Durante
Pesaj se acusó a los Judíos de matar a un
Cristiano cuya sangre fue supuestamente empleada para hacer matza.
Shabat shalom u-mevorá
Ismar Schorsch
La publicación (en inglés) y distribución de los comentarios
del Dr. Schorsch han sido posibles por la colaboración
generosa de Rita Dee y Harold Hassenfeld.