Parashá Shelah-Lejá 5755
Números 13:1 - 15:41
24junio1995 / 26sivan5755
(Traductora: Alba Toscano, atoscano@arrakis.es)
La historia de los doce exploradores es bien
conocida y se cuenta sin rodeos.
Al acercarse Israel a la tierra prometida desde el sur, Dios instruye a
Moisés
para que elija un grupo de exploradores, un hombre prominente de cada tribu,
para averiguar el poderío de sus moradores: "Ved a la tierra
cómo es, y el
pueblo que habita en ella, si es fuerte o débil, si escaso o es
numeroso. Y cómo
es la tierra en la cual él habita, si es buena o mala; y cómo
son las ciudades en
las cuales él reside, en campamentos o en fortalezas. Y cómo
es la tierra: fértil
o magra; tiene árboles o no. Esforzaos y tomad del fruto de la tierra
(Números 13:18-20).".
Después de tardar cuarenta días,
los exploradores vuelven desanimados. La
tierra está bien fortificada y los oriundos son gigantescos. En
comparación con
ellos, relatan las noticias, "...aparecimos ante nuestros ojos como
langostas, y
así éramos ante los ojos de ellos (Números 13:33).".
A pesar de los esfuerzos
valientes de Josué y de Caleb, la gente reacciona y rechaza el plan
de ataque.
Prefieren emprender el camino de vuelta a Egipto, quedarse contentos con
lo
conocido en lugar de aventurar una invasión. La pérdida de
nervios convence a
Dios de que esta generación de esclavos redimidos nunca llegará
a la altura
imprescindible para luchar por su libertad. Un régimen continuo
de milagros no
ha producido una nación de adultos confiados y a la vez confiados
en sí mismos.
Así fue que los Israelitas que vivieron el éxodo de Egipto
y la revelación del Sinaí
fueron condenados a morir en el desierto.
Los Rabinos leen la historia con más sutileza.
Se percataron de matices en el texto
hebreo, perdidos en la traducción, que señalan un grado de
ambigüedad mayor.
En sus manos la historia se convierte en un instrumento para desmentir
una
predisposición popular. Los Rabinos mantienen que, al contrario
de las intenciones de
Moisés, los exploradores salieron con la intención de difamar
la tierra de Canaan. Ni
siquiera entretenían la idea de traer de vuelta nada más
que un informe negativo.
Según los rabinos, la idea de un grupo
de rastreadores fue ideada por Moisés y no
por Dios. En la preposición "lekha-para ti" ("Envía
tú, hombres, y que exploren
la tierra de Canaan (Números 13:2)."), omitida en la traducción
de JPS, detectaron
que Moisés tuvo la iniciativa a la que Dios dio el visto bueno.
Más adelante la Torá
enfatiza que: "Estos son los nombres de los hombres que habrá
enviado Moisés para
explorar la tierra... (Números 13:16)."; como si fuese su propia
idea.
Para rematar la interpretación, los Rabinos
eligieron como haftarah otra historia de
exploradores, es decir, el envío de dos hombres a Jericó
por Josué (Josué 2:1-24).
La yuxtaposición de las dos historias pone en evidencia que el espionaje
no requiere
un pelotón de doce hombres. Hasta la midrash especula acerca de
cómo un grupo
tan grande podría evitar la detección. Un poco de intervención
divina ayudó. Por
donde fueron, Dios arregló la muerte de un ciudadano importante
para que el pueblo
se entregara al luto y no se enterara de que había forasteros entre
ellos. Cuando los
exploradores regresaron a Moisés con sus temerosos prejuicios intactos,
incluyeron
la frecuencia de la muerte como una parte de su veredicto: "La tierra
en la cual hemos
transitado por ella para explorarla, es tierra que se come a sus habitantes...
(Números 13:32).". Sus prejuicios les cegaron a los milagros
que habían salvado sus
vidas. Dios les había acompañado durante el viaje; la tierra
y el clima no fueron inhóspitos
a los seres humanos.
En otras palabras, el tamaño del grupo
enviado por Moisés sugiere un móvil más
allá del espionaje. La inclusión de un explorador procedente
de cada tribu significa
un esfuerzo por cambiar la opinión pública. Nunca hubo mucho
entusiasmo ante la
invasión de Canaan. La gente que Moisés sacó de la
esclavitud no tenía agallas
para la adversidad. Cada inclemencia les incitaba añorar los: "...pescados
que
comíamos en Egipto de balde (Números 11:4). ". Siempre
estaban a punto de volver.
Por lo tanto Moisés ordenó una
misión a Canaan para capturar el corazón de su pueblo
y coronar su redención con una conquista. La invasión era
la primera hazaña exigida a
Israel. Hasta entonces, Dios había zanjado cada necesidad por ellos.
La libertad no sólo
significaba la ausencia de la opresión sino también la oportunidad
de manejar sus propias
vidas. Si hubieran gozado de suficiente fe y autoestima, la misión
habría sido innecesaria.
Dios les había asegurado a menudo que la tierra les pertenecía,
que era fértil, y que no
lucharían solos.
Una ilustración del estado de ánimo
se destaca cuando contrastamos los informes de
los dos grupos de exploradores separados por una generación. Cuando
los dos
exploradores, mandados por Josué, vuelven de Jericó, relatan
solamente lo que han
visto y oído, especialmente las palabras alentadoras de Raháb,
su cómplice local: "Yo sé
que Adonai os ha dado la tierra y que ha caído vuestro temor sobre
nosotros y que se han
desmoronado todos los habitantes de la tierra ante vosotros (Josué
2:9).". Como hemos
visto, los doce exploradores se apoyaron en sus emociones: "Nos sentimos
como
langostas...". No podían esconder su inseguridad y carencia
de autoestima. El plan de
Moisés había fracasado por completo.
Cuando la gente respondió al informe de
los exploradores con duelo y llantos durante
una noche entera, Dios decidió demorar la conquista durante una
generación. Los Rabinos
identifican el día portentoso con el Tisha B'Av (el 9 de av). Imaginaron
una escena en la
que Dios declara: "Esa gente ha llorado por nada; les daré
una razón para llorar en este
día durante todos los tiempos.". Y de hecho, recopilaron una
lista de cinco desdichas que
supuestamente acaecieron el 9 de av, que hizo de Tisha B'Av el día
supremo de luto nacional
después de Yom Kipur, el único otro día en el calendario
judío que rige un ayuno de 24 horas.
Tisha B'Av no sólo rememora el decreto que condenó a la generación
del éxodo sino también
la destrucción del primero y segundo templos, el fracaso de Bar
Kojbá en Betar y la ruina
de Jerusalén en algún momento no especificado.
El espíritu de la lista, que aleatoriamente
asigna acontecimientos, reales e imaginarios,
a Tisha B'Av, no me ofende como historiador porque no llevamos en nuestras
manos la
integridad histórica, (es decir, lealtad a las fechas), sino por
el duelo excesivo. Los
supervivientes de casi un siglo de sublevaciones desastrosas e infructuosas
contra Roma,
los Rabinos de la época pos-Bar Kojbá (s. II tardío),
buscaron una forma de evitar que
el Judaísmo se convirtiese en una endecha interminable. El calendario
no debe estar
sobrecargado de días de conmemoración, uniendo cada tragedia
nacional a una fecha
particular. La salud mental prescribe la necesidad de no más de
un día largo dedicado
a las catástrofes del pasado. Igual que el Yom Kipur evolucionó
a representar la angustia
de cada individuo judío con respecto a su propio destino, Tisha
B'Av se desarrolló
para abrazar al porvenir de la nación y asimilar todos los desastres
en la búsqueda
del equilibrio.
Shabat shalom u-mevoráj
Ismar Schorsch
La publicación y distribución (en
inglés) de los comentarios del parashá ha-shavuá
de Dr Schorsch han sido posibles por la colaboración generosa de
Rita Dee y
Harold Hassenfeld.