Parashá Ki Tavo 5757
Deuteronomio 26 :1 - 29 :8
20 septiembre 1997 / 18 elul 5757
(Traductora : Ana Roselló, atoscano@arrakis.es)

Entre la cascada de maldiciones que se vierten en la parashá Ki Tavo, una en 
particular atrapa mi atención este año no por la crudeza de su brutalidad (pues 
otras la superan), sino por su aplicación posterior en una disputa talmúdica. La 
lectura de un texto es a menudo una función de lo que tenemos en nuestra 
mente. Me refiero al tópico del destino de la subyugación nacional : “Por no 
haber servido a Yaveh, tu Dios, con alegría y dicha de corazón, cuando 
abundabas en todo, tendrás que servir a los enemigos que yaveh enviará contra 
ti, con hambre, sed, desnudez y privación de todo... (Deuteronomio 28 : 47 - 
48).”. La frase “ve-avadeta et oyvekha - servirás a tus enemigos”, es el eslabón 
que nos conduce a una discusión en el Talmud sobre el tema de en qué medida 
se espera que nuestras vidas se dediquen al estudio de la Torá.

Es una disputa fascinante porque enfrenta al supremo racionalista del Talmud, 
Rabbi Yishmael, contra el místico, Rabbi Simon ben Yohai, quien más tarde 
sería el autor de la Zohar. El punto de partida es un choque entre dos versículos 
contradictorios de las Escrituras. En el Deuteronomio (11 :44, el segundo 
párrafo de la Shemá), se nos dice : “...y tú podrás cosechar tu trigo, tu mosto y tu 
aceite...”. Mientras tanto, en Josué, Dios instruye al inseguro sucesor de 
Moisés : “No se aparte el libro de esta Ley de tus labios, meditado día y noche 
(Josué 1 :8).”. En otras palabras : ¿Cómo puede una cultura religiosa reconciliar 
las demandas de la vida diaria con el ideal de dedicación total al estudio de la 
Torá ?

Soberbiamente y de manera muy concisa Rabbi Yishmael declara que : “Hay 
que emparejar el estudio de la Torá con el trabajo.”. Con lo cual, Rabbi Shimón 
ben Yohai estalla con la impaciencia de un romántico : 

Si uno tuviera que arar, sembrar, cosechar, trillar y aventar 
en el momento apropiado, ¿qué pasaría con el estudio de 
la Torá ?. Más bien, cuando Israel cumple la voluntad de 
Dios, su trabajo es realizado por otros, como está escrito : 
“Habrá extranjeros para apacentar tus ganados, y 
extranjeros serán tus labradores y viñadores (Isaías 61 : 
5).”. Por el contrario, cuando Israel falle en el cumplimiento 
de la voluntad de Dios se les obligará a ejercer su propio 
trabajo, como así está escrito: “...y tú cosecharás tu trigo, 
tu mosto y tu aceite (Deuteronomio 11 :14).”. Y como eso 
no fuera bastante, Israel se verá forzado a hacer el trabajo 
de otros, como está escrito (en nuestra parashá) : “Habrás 
de servir a tus enemigos (Deuteronomio 28 :48).”

A primera vista, Rabbi Shimón parece haber arrollado a su circunspecto 
adversario con convicción, pasión y elocuencia. La fe absoluta y no la lógica 
prudente tiene que resolver la tensión entre atender las cargas del mundo real y 
la trascendencia que acompaña a una completa inmersión en la vida de la Torá. 
Dios seguramente protegerá y sostendrá a una nación completamente dedicada 
a su misión divina.

Pero extraordinariamente los autores del Talmud no dan la aprobación al 
temperamento inmutable del místico. Ellos eligen concluir este intercambio entre 
Rabbi Yishmail y Rabbi Shimón con los puntos de vista de dos maestros 
babilonios famosos posteriores quienes rechazan una perspectiva de “todo o 
nada” de manera incontestable : “Abaye testifica que muchos (eruditos) que 
siguieron el consejo de Rabbi Yishmael tuvieron éxito, mientras que los que 
intentaron vivir según las palabras de Rabbi Shimón fracasaron. Más aún Raba 
dijo a sus alumnos : “Os suplico que no aparezcáis ante mi durante la cosecha, 
es decir, los meses del Nisan y Tishri para que no os veáis privados de comida 
el resto del año.”. Por tanto, a pesar de la prioridad del estudio de la Torá en la 
escala de los valores talmúdicos, no existe predilección por denigrar la dignidad 
del trabajo humano. A los estudiosos de la Torá no se les urge a encaminarse 
hacia una vida monástica ni se les exime de la responsabilidad de mantener 
a sus familias. El empeño se equilibra con la responsabilidad.

Pero en el judaísmo contemporáneo la moderación ha sido lanzada a los 
vientos. Los ultra-ortodoxos en Israel han repudiado completamente la visión 
normativa de Rabbi Yishmael. El descartado extremismo de Rabbi Shimón 
prevalece con venganza. Unos 200.000 jóvenes a partir de la edad de la 
educación secundaria están actualmente encaminados hacia la idea de que la 
única tarea en la vida es el estudio de la Torá. No hay necesidad de prepararse 
para ganarse el sustento, ni necesidad de defender su tierra. No puedo enfatizar 
bastante que esta concepción constreñida y dependiente de la piedad judía es 
un abandono radical del judaísmo tradicional.

Raramente unas buenas intenciones se han torcido tanto. La clave de esta 
corrupción masiva del judaísmo está en el acuerdo tanto tiempo mantenido de 
que el gobierno debe eximir del servicio militar a todo estudiante de la Torá en 
tanto y cuanto que estudie a jornada completa en una yeshiva. Además de esto 
el gobierno sostendrá al estudiante y a su creciente familia (en el año 2002 un 
niño de cada 10 en Israel vendrá a la familia de estudiante en una yeshiva), 
hasta la edad de 49, cuando queda exento del servicio militar. Y dado que este 
dinero nunca recae directamente en el estudiante sino que más bien lo hace en 
su yeshiva o partido político, el gobierno ha creado un incremento explosivo de 
la población privada de cualquier independencia política o económica. En los 
últimos 11 años el número de estudiantes en una yeshiva se ha incrementado 
un 322%.

La consecuencia directa de esta errónea política es un grado de pobreza sin 
precedentes entre los ultra-ortodoxos. B’nai Brak, un pueblo a las afueras de Tel 
Aviv y cuya población es prácticamente toda ortodoxo es una de las ciudades 
más pobres de Israel. No menos inquietante es que un número cada vez menor 
de trabajadores debe mantener una más grande y artificialmente hinchada 
seguridad social. En 1993, sólo el 85,7% de varones israelíes entre 25 y 51 
años de edad estaban trabajando, la cifra más baja entre una lista de nueve 
países industrializados de Occidente.

En resumen, el estado judío ha dado lugar a una monstruosidad religiosa. Las 
semillas para una ideología de “sólo Torá” podían haberse sembrado en la 
Europa del Este, pero la realidad de las duras condiciones económicas las 
apartaron desde siempre, convirtiéndose en una forma de vida para poco más 
que un reducido grupo de los más dotados y afortunados. Pero en el “fértil” 
suelo de Israel, sin la aplicación de ningún estandar de excelencia o control del 
gobierno las semillas han proliferado sin control, haciendo peligrar todas las 
demás expresiones del judaísmo. Qué triste es la ironía de que el Sionismo 
haya producido no sólo un nuevo judío, su objetivo original, sino también una 
grotesca burla del viejo.

La fina línea que se traza entre el estudio de la Torá a lo largo de la vida y el 
estudio de la Torá con exclusión de todo lo demás es, de hecho, una sima que 
separa al judaísmo normativo de la corrupción de sí mismo. Como Rabbán 
Gamliel, el hijo del patriarca Rabbi Yehuda ha-Nasi, enseñó : “El estudio de la 
Torá es laudable cuando se combina con un oficio remunerativo porque sólo 
cuando alguien se empeña en ambos, se puede ahuyentar al pecado de la 
mente.”.

Shabat shalom u-mevoraj

Ismar Schorsch

La publicación y distribución (en inglés) de los comentarios de la parashá ha-
shavuá han sido posibles por la colaboración generosa de Rita Dee y Harold 
Hassenfeld.