Parashá Mikaytz 5754
Genesis 41 :1 - 44 :17
11 diciembre 1993/27kislev 5754
(Traductora : Inés Baum, baumgut@racsa.co.cr)

Es un tributo extraordinario al genio del calendario judío el que la
parasha mikaytz siempre coincida con el Shabat de Jánuca. A mi
parecer, el contenido de ambos merece estar vinculado.

Pero déjenme comenzar con una nota personal. Januca siempre ha
tenido un significado especial para mi y para mi familia. El 3 de
noviembre de 1938 cumplí 3 años. Seis días después, en la infausta
noche de Kristallnacht, los nazis desataron su furia sobre las sinagogas
de Alemania, entre ellas la magnífica sinagoga románica de mi padre,
en Hanover. Mi padre, al igual que otros miles de judios prominentes,
fue enviado a un campo de concentración. No fue sino hasta dos semanas
después cuandopudo ser liberado, cuando unos parientes en Inglaterra
 nos consiguieron visados con la ayuda del Rabino Jefe, Joseph Hertz,
mejor conocido por ustedes como el redactor jefe del Hertz Humash.

Se suponía que nuestro barco partiría de Hamburgo el primer día
de Januca. Pero cuando retrasaron la partida, mis padres decidieron
allí mismo partir por avión. El dinero no importaba ; de todas maneras
no podíamos llevarlo con nosotros. Mi único recuerdo de esos mis
primeros y azarosos años es ese viaje en avión, tan extraordinario
como para impresionar hasta la distraída mente de un niño pequeño.
Lo que olvidé rápidamente fue el hecho impactante, sobre el que he
cavilado mucho, de que ese año la familia Schorsch encendió la primera
vela de Januca en Alemania y la segunda en Inglaterra. Para nosotros,
Januca se había convertido en una verdadera fiesta de liberación personal.

Esta podría ser la razón por la que cada Januca, en la casa de mis
padres, siempre cantábamos con mucho gusto las cinco estrofas del
Maoz Tzur (en mi casa cantamos también la sexta, añadida en años
posteriores). Si le pone usted más atención a la canción este año,
verá que el Maoz Tzur trata sobre el papel protector de Dios a través
de la historia judía. Si exceptuamos la primera, cada estrofa nos habla
de una época en la que la intervención divina puso fin a una historia de
degradación judía nacional por un poder hostil - egipcio, babilónico, persa
y griego. La primera estrofa entona un ruego por la redención mesiánica 
final, por el término de la experiencia interminable de ser víctimas. Según
un punto de vista muy particular, podríamos decir que es una canción que
denuncia nuestra interpretación del destino judío.

Y sin embargo años después aprendería de mi profesor y predecesor,
el Profesor Gerson D. Cohen, que Januca no conmemora de ninguna manera
la persecución desde el exterior, sino más bien la autodestrucción desde
el interior. A su manera provocativa, él subrayaba que la tentación de la
cultura griega provocó una ruptura entre la comunidad judía en Israel.
Un número cada vez mayor de judíos dejó de sentir objeciones al adoptar
costumbres y actitudes morales griegas. Para ellos, los deportes, la
educación y la religión de los griegos no representaban ninguna amenaza
para el judaísmo. Fue de los gobernantes sirios de los cuales compraron
el derecho a ejercerlos puestos del sumo sacerdocio y una exoneración
de estar controlados por sus leyes ancestrales. Consiguieron el permiso
para construir un estadio deportivo griego e instalaciones para la educación
en los recintos sagrados de Jerusalén.

Toda esta dilución del judaísmo y eliminación de las fronteras era un
anatema para los judíos tradicionales. No estaban dispuestos a dejar
que el judaísmo fuera rehecho con retazos y aplicaciones, sin integridad
ni coherencia. Cuando los minimalistas y los helenistas pidieron aún más
ayuda a los sirios, la asimilación se convirtió en un asunto de obligación.
Fue en ese punto en el que la familia de los Hasmoneos se unió a los
tradicionalistas, con el fin de resistir tanto al enemigo doméstico como
al de afuera. El asunto en cuestión en esos momentos de lucha eran los
límites de la asimilación, hasta dónde se puede o se debe llegar : una 
lectura de Jánuca que no podría ser más relevante para la escena judía
actual en América.

La identidad judía también era el tema de discusión en la conducta de
José en Egipto, sujeto de nuestra parasha. Aproximadamente 13 años
después de haber sido vendido como esclavo por sus hermanos alcanza
el pináculo del poder como visir del Faraón. Pero este triunfo no lo logra
a costa de su alma. José nunca niega que es de origen hebreo y no egipcio.
Se da cuenta de que su habilidad infalible para interpretar y predecir los
sueños es un regalo del dios de sus ancestros, y de que tiene un papel
que jugar en el rescate de su familia. Después de convencerse de la
contrición y la transformación de sus hermanos, no siente ninguna inhibición
al revelar su identidad, traerlos a Egipto, presentarlos al Faraón y
acomodarlos en las mejores tierras del país.

José es en esencia el primer shtadlan, un hombre informado y dirigido
por un profundo sentimiento de responsabilidad hacia su pueblo. Entiende
la cultura y la sociedad de Egipto sin sentirse amilanado por ninguna.
Afirma su derecho a ser diferente y demuestra su orgullo por sus orígenes.
Al hacer esto no sólo es el prototipo de una figura política vital desde entonces
para la supervivencia de los judíos en la Diáspora, sino también un modelo
de judío que se estima y se valora a sí mismo, que conoce la diferencia entre
un edreón hecho de aplicaciones y una colcha entera.

A la larga, la supervivencia judía no es un asunto de poder militar ni de
sagacidad política, a pesar de la importancia de ambos, sino de una resolución
interna que nace de la fe. Y es para subrayar esta lección fundamental de
historia judía que los rabinos escogieron leer las palabras del profeta Zacarías
en el Shabat de Jánuca. “Esta es la palabra que dice el Señor a Zerubabel
(líder de un ínfimo grupo de los exiliados que regresaron de Babilonia en el
año 537 a.E.C. para encontrarse con lo que se convertiría en el Segundo
Estado Judío) : “ ‘No por esfuerza, ni con poder, sino por Mi Espíritu !’ – dice
el Eterno de los Ejércitos (Zach. 4 :6).”.

Shabat shalom u-mevoraj
Ismar Schorsch