Parashá Lej Leja 5756
Génesis 12 :1 - 17 :27
4 noviembre 1995 / 11 heshvan 5756
(Traductor : Desmond Graal)
La Torá no nos facilita una biografía
completa de Abrahám, sólo una serie de
imágenes impactantes. La pregunta está en si representan
una visión coherente
del hombre, ¿o acaso son simplemente fragmentos de memoria conservados
por diferentes tradiciones y reunidos por la Torá debido a una veneración
filial,
independientemente de su coherencia ? Planteo esta pregunta por el retrato
de
Abrahám que nos esboza el capítulo 14 de la parashá
de esta semana.
Hace más de una década, Yochanan Muffs, catedrático
de la Biblia en el
Seminario, escribió un trabajo excelente sobre el capítulo
llamado “Abrahám: El
guerrero noble”. El título provocativo pretendía hacer hincapié
en la imagen poco
común de Abrahám como la de un poderoso jefe de tribu. Mientras
en el capítulo
12 del Génesis Abrahám llega a Egipto con miedo (para huir
de la hambruna de
Canaán), y sobrevive por su astucia, en el capítulo 14, de
nuevo en Canaán,
responde a la noticia del rapto de su sobrino Lot con un rápido
alarde de fuerza
militar. Permanece impertérrito ante el panorama de enfrentarse
a todos los
ejércitos juntos de cuatro reyes que llevaban más de una
década con Canaán
bajo su dominio.
La historia tiene un marcado aire secular. Cuando Abrahám, que aún
se llama
“Abrám”, se entera de la derrota de Sodoma y Gomorra y la expulsión
de Lot y
su familia, que vivían allí, no busca los consejos de Dios
ni reza pidiéndole su
ayuda. Con gran confianza en sí mismo, consigue reunir inmediatamente
un
grupo de 318 soldados ya bajo su mando y se dirige rápidamente en
pos de los
invasores victoriosos. Los alcanza por el norte en la ciudad de Dan, causando
su derrota definitiva gracias a un osado ataque nocturno, y después
persigue a
los supervivientes hasta el norte, más allá de Damasco.
Al regresar, la generosidad de Abrahám iguala a su valor militar.
Le entrega todo
el botín al rey de Sodoma, renuncia a su parte, y sólo pide
los víveres de sus
hombres y una parte para sus aliados. Es la virtud y no el provecho lo
que dicta
la conducta de Abrahám. En este relato Dios no desempeña
ningún papel para
Abrahám, salvo en una referencia pasajera en su promesa de no dejar
que el rey
de Sodoma le dé riquezas.
El tono que domina el capítulo 15 es totalmente diferente. Una vez
más,
Abrahám parece completmente pendiente de la generosidad divina.
Dios
asegura a Abrahám: “No tengas miedo, Abrám, soy tu escudo;
la recompensa
será grande (Génesis 15 :1).”. La palabra hebrea para escudo
es magen, como
en la frase “magen David”, y aquí extrajeron los rabinos para completar
la última
frase de la primera beraja de la Amidá: “magen Avrahám”,
el escudo de
Abrahám. Según nos cuenta la Amidá, una familia o
nación desamparada y sin
hogar depende del amparo y la protección constante de Dios.
Es cierto que Abrahám protesta: La protección de Dios pero
sin descendencia sirve de
bien poco. Dios responde que tendrá ambas cosas: Tantos hijos como
estrellas
en el cielo hay. Y esta promesa hace que Abrahám, ya bastante viejo,
recobre
su fe; no es demasiado tarde para que Dios permita que Sara y Abrahám
tengan
hijos. Es significativo que la Torá añade: “Y dado que puso
su fe en el Señor,
recibió su recompensa (Génesis 15 :4).”, un versículo
que más tarde Pablo, fundador
del cristianismo, emplearía para razonar que sólo la fe en
Jesús, sin la necesidad de
cualquier mitsvot, era suficiente para lograr la salvación eterna.
En resumen, los dos capítulos presentan contrastes. El capítulo
14 muestra un
guerrero formidable acostumbrado a las formas y reglas del antiguo arte
militar,
capaz de haberse apoderado de Canaán tranquilamente después
de derrotar a
sus vencedores forasteros. El capítulo 15 reafirma la imagen más
común de
Abrahám como dechado de fe para quien la vida interior representa
el más
importante campo de actividad humana y de gloria. Como tal, Abrahám
se
muestra en un papel más receptivo y sumiso. En la última
parte del capítulo
acepta, sin protestar, la noticia de que sus descendientes no llegarán
a heredar
la tierra, que él había venido desde lejos a ocupar, hasta
transcurrir un período
de 400 años en una tierra extranjera marcado por mucho sufrimiento.
Quisiera afirmar que estos dos retratos de Abrahám no son tan incoherentes
y
contradictorios como parecen. Es conveniente tener cuidado al pensar en
el
judaísmo como dos polos opuestos que se excluyen mutuamente: secular
frente
a espiritual, terrenal frente a inmaterial, integracionista frente a separatista.
En
todas estas parejas tenemos tendencia a equiparar ser religioso con la
segunda
alternativa.
No obstante, existen muchos momentos en la historia judía en que
la piedad se
expresó tendiendo un puente entre ambos, logrando un grado de unión
mientras
vivía en dos mundos. La clave de tal síntesis cultural es
al fuerza de la vida
interior. Cuando existe, hace innecesarias las barreras artificiales y
externas.
Maimónides, con su excelente don del árabe y profundos conocimientos
de la
cultura medieval, no es más que el ejemplo mejor conocido. Sin embargo,
los
poetas judíos de la Edad de Oro en España, quienes escribían
en exquisito
hebreo, poesía tanto secular como religiosa, empleando el metro
y el ritmo que
hicieron brillar la poesía árabe, dan fe de la misma simbiosis.
De hecho, lo
mismo puede decirse de los rabinos en Palestina en los siglos posteriores
a la
destrucción del Templo, cuyos conocimientos de la lengua griega
y del mundo
helénico dominan la reconstrucción del judaísmo.
Yo imagino a Abrahám como un polifacético y religioso revolucionario
de este
tipo. La fe que adquirió por su cuenta siendo adulto no le exigió
un rechazo
absoluto de su mundo. Le dio fuerzas para actuar de una forma inteligente,
decisiva y moral cuando surgiese la necesidad. Por instinto luchó
por el
equilibrio y la integración, lo que los rabinos pretendían
expresar con su
hermoso lenguaje cuando nos avisaban de que : “No levantemos la valla más
alto de lo imprescindible ni más grande que su contenido, para que
no se
venga abajo algún día y destroce los brotes.”. La verdadera
fe es capaz de
actuar de forma interactiva con el mundo, puesto que su autocontrol surge
del
interior. Por tanto, hace mucho que el Seminario tiene una predilección
por el
judaísmo integrado que prosperó en la Península Ibérica.
Shabat shalom u-mevoráj
Ismar Schorsch
PD. El sábado por la noche me marcho
a Israel en un viaje de 10 días. Dios
mediante, mi próximo comentario sobre la Torá será
para la parashá Toldot el
día 25 de noviembre 5756.
La publicación y divulgación (en inglés) del comentario
del Dr Schorsch sobre la
parashá ha-shavúa han sido posibles gracias a la colaboración
generosa de Rita
Dee y Harold Hassenfeld.