Parashá Vayaquel-Pecude 5756
16 marzo / 25 adar 5756
Exodo 35:1 - 40:38
(Traducción: Alba Toscano, Ana Roselló)

El libro del Éxodo cierra con una orgía de detalles arquitectónicos. Trece
de los últimos dieciséis capítulos se dedican a la construcción del relicario
portátil de los Israelitas, el Mishkan, o Tabernáculo. Para empeorar las cosas,
la construcción es relatada dos veces: una primera vez cuando Dios da a
Moisés las instrucciones (capítulos 25-31), y una segunda cuando el maestro
Bezalel y sus obreros cuentan su ejecución. La aridez de los textos es terrible
para los predicadores y un aburrimiento para la congregación.

Sin embargo, antes de que busquemos refugio en otras partes, debemos 
intentar contestar a la pregunta: ¿Por qué la Torá dedica tanto espacio al 
asunto? Obviamente, de lo que habla, se considera importante. ¿Cuántas 
historias de sinagogas se centran en la construcción, reforma y/o traslado de 
sus instalaciones? Hay una razón bastante buena : la construcción y diseño de 
una sinagoga significan más que un asunto de amor propio colectivo. Viene a 
simbolizar la forma en que la caridad judía se percibe a sí misma, y cómo
de comoda se siente en el mundo cristiano-américano. ¿Se puede descubrir
en toda esta profusión de detalles algún impulso teológico que merezca
nuestra atención?.

La respuesta sale de unos estudios bíblicos recientes que son asombrosamente 
perceptivos y de los que destactan los de Jon D. Levenson en su obra “Creación 
y Persistencia del Mal” (Creation and the Persistence of Evil). Su libro es un 
testimonio al poder espiritual de erudición magistral y debería servir para refutar la 
insistencia tonta de que la investigación crítica del significado de un texto canónico 
siempre se enfrenta a su significado religioso. Al contrario, la
peshat, o intención 
original del autor, a partir de su investigación cuidadosa, perspicaz y concienzuda, 
a menudo conlleva una relevancia espiritual duradera.

La lectura atenta de la tercera y última parte del Éxodo revela una evidencia eludible
que conecta la construcción del Tabernáculo con la creación del mundo tal y como 
es presentado en el Génesis 1:1 - 2:3. Para empezar, cada narración sobre la 
construcción incluye una admonición específica a la observación del Shabat. La primera 
culmina con la advertencia (Éxodo 31:12-17), y la segunda, nuestra parashá doble, 
abre con su repetición (Éxodo 35:1-3).

Aún más impresionante, la primera narración sobre la construcción está organizada 
en términos de siete discursos distintos, de Dios a Moisés, explicando los 
planos del tabernáculo y los contenidos del mismo. Aunque tengan 
envergaduras distintas, todos empiezan iqual : “Y el Señor dijo (o comentó) a 
Moisés (Éxodo 25:1, 30:11, 30:17, 30:22, 30:34, 31:1, 31:12).”. En otras 
palabras, Dios creó el mundo en siete días y el Tabernáculo mediante  
siete instrucciones a Moisés. Ambos relatos llegan al clímax con la santificación 
del Shabat. Efectivamente, la primera narración sobre la construcción cierra con una 
referencia explícita acerca del móvil básico (cosmogónico) para respetar las 
responsabilidades del Shabat que nos lleva directamente de vuelta al Génesis: 
“Durante seis días el Señor construyó el firmamento y la tierra, y el séptimo dejó 
de trabajar y descansó (Éxodo 31:17).”.

De la misma forma, la segunda narración sobre la construcción presenta una serie 
compuesta de siete partes menos obvias. El último capítulo del Éxodo describe 
cómo Moisés se pone manos a la obra y construye el Tabernáculo de los distintos
componentes primas. Cada una de las 7 partes del Tabernáculo y los 7 días de la
Creación están emparejadas por las frases: “...justo como el Señor le había
encomendado a Moisés..., (Éxodo 40:19,21,23,25,27,29,32)”; y : “...y Dios vio
qué bello era..., (Génesis 1:4,11,12,18, 21,25, 31).”, que están repetidas al final
de cada una de las 7 etapas. La frase, “...exactamente como Dios le exigió a
Moisés...”, quiere subrayar que cada una de las 7 partes del tabernáculo fue
construida correctamente. Como el mundo, el Tabernáculo y todos sus
componentes cumplieron a la perfección la voluntad de Dios, sin fallo y
extremadamente bellos.

Además, el día que Moisés montó el Tabernáculo fue el 1 de Nisan o el Nuevo 
Año (Éxodo 40:17), otra sutil referencia más a la creación del mundo. 
Nisan fue declarado por la Torá el primer mes del año por la evasión de la 
esclavitud (Éxodo 12:2). Sin embargo por debajo de la historia bíblica subyace
la celebración del otoñó y año nuevo natural de la Mesopotamia. La 
celebración en otoño de Rosh Hashana, el primer día del séptimo mes, ni 
siquiera se menciona en la Torá. Noé también observa la reaparición de la 
tierra después del diluvio (una forma de re-creación) el primer día de Nisan. 
En general podemos decir que, las dos narraciones están diseñadas para que se
asocien con el Shabat y con el Nuevo Año, es decir, con las conmemoraciones 
semanales y anuales de la creación del cosmos.

El midrash hace mucho intuyó lo que la erudición moderna ha establecido con 
mucho esfuerzo. Según Rav, el fundador de la academia babilónica de Sura en 
el 219, Bezalel utilizó, de forma mística, las mismas letras para construir el 
Tabernáculo, que Dios utilizó para crear el mundo. Más tarde otro maestro 
explicó el amor que el salmista sintió hacia el templo de Dios (Salmo 26:8) 
en términos de la creación del cosmos. Cada paso de la creación, tenía
su equivalente en la construcción del Tabernáculo. Igual que Dios 
completó el mundo con la bendición del séptimo día (Génesis 2:3), Moisés 
bendijo la destreza de los Israelitas (Éxodo 39:43).

La evidencia sugiere un contexto teológico más grande para el Tabernáculo que 
para el Monte Sinaí. Es más que una extensión del lugar donde Dios se revela
por primera vez a Israel. De hecho, el espacio que toma es una réplica
en miniatura del universo mismo. La Torá alienta nuestra memoria sobre la
grandeza de la creación de dos formas : a traves del tiempo sagrado del Shabat
y del espacio sagrado del tabernáculo (y luego el Templo). Para enlazar la 
construcción del Tabernáculo a la construcción del mundo, citando a Levenson :

“...es para subrayar la construcción del santuario como si fuese un mundo, es 
decir, un ambiente ordenado, obediente y de apoyo, y a su vez, el mundo como 
si fuese un santuario, es decir, un sitio en el que el reino de Dios es visible y sin 
competencia ; y donde su santidad es tangible, sin amenazas, y ubicua... Para ver la 
creación dentro de los términos del Templo hay que imaginar un mundo ideal, 
que está lejos de la realidad cotidiana de una vida profana y de la maldad 
persistente. Es un mundo ideal, resultado de las obras creativas de 
Dios (pp. 86, 99).”.

Al igual que nuestros antepasados, necesitamos islas de santidad, tanto en el 
tiempo como en el espacio, para izar nuestras vidas más allá de la rutina de la 
vida diaria y azarosa.

Shabat shalom u-mevorá,

Ismar Schorsch

La publicación (en inglés) y distribución de los comentarios del
Dr. Schorsch han sido posibles por la colaboración generosa de Rita Dee
y Harold Hassenfeld.