Parashá Mattot-Mas'hé 5756
Números 30:2 - 36:13
13 julio 1996 / 26 tammuz 5756
(Traductora: Alba Toscano, atoscano@arrakis.es)
El libro de Números está fragmentado
de una forma que excita la imaginación. Se cierra con la nueva generación
de Israelitas, nacidos y criados en el desierto, listos para cruzar el
Río Jordán desde el oeste cerca de Jericó. La invasión
de Canaán no estará encabezada por Moisés - quien
está marcado a compartir el mismo destino de la generación
del Éxodo, moldeada por la esclavitud - sino por Josué.
Entre los últimos actos de Moisés,
antes de que suba el monte Nebo para echar una gran vista de la tierra
cuya posesión ha sido la meta de los últimos 40 años
de su vida, hay un acto que ha encrespado a mi imaginación hace
mucho tiempo. Moisés vuelve a contar el camino retorcido que tomaron
al salir de Egipto a las planicies de Moab. En el capítulo 33, él
enumera por orden los 42 sitios en los que los israelitas acamparon durante
la prolongada y ardua odisea: "Estos son los movimientos de los hijos
de Israel, que salieron de la tierra de Egipto por sus huestes, por mano
de Moisés y Arón. Inscribió Moisés sus partidas
para sus movimientos, por mandato de Adonai; y éstos son sus movimientos
desde sus partidas..."
La manera de leer los 49 versículos
en la sinagoga - rápidamente, sin pausa - sólo remata nuestra
inclinación de hacerles caso omiso. ¿Para qué debemos
conservar los nombres de sitios casi olvidados en los que Israel buscó
refugio una vez?. El texto merece interés porque Moisés actúa
plenamente por su propia iniciativa. La Torá no registra ninguna
orden divina que le instruye a registrar la historia del viaje de Israel.
Rashi, al parafrasear el midrásh,
ofrece dos explicaciones distintas acerca de lo que podría haberlo
incitado a hacerlo. La primera sugiere que Moisés quería
dramatizar la presencia del amor protector de dios: Israel no hubiera sobrevivido
a las penalidades de cuatro décadas en el desierto sin el toque
repetido de la gracia de Dios. La segunda adopta la perspectiva humana.
Imagina un rey cuyo hijo languidece por una enfermedad misteriosa. Salen
en búsqueda de una cura que encuentran en un lugar muy lejano. Al
volver a casa por sus propios pasos, recuerdan los hechos del viaje: "Aquí
dormimos; aquí nos congelamos por el frío; aquí sufriste
una migraña horrorosa.". Ambas explicaciones llenan cada residencia
temporal con un significado duradero: ¿Un jalón que marca
la cercanía de Dios o un recuerdo de nuestro sufrimiento humano?.
En tal caso, la experiencia personal teje lugares insólitos en el
tapiz de nuestra consciencia.
Por lo tanto la lista existe; somos la suma
de nuestras experiencias pasadas. El conocimiento de nosotros mismos nos
eludirá siempre que nos quedemos en la ignorancia de los detalles
de donde venimos. En resumen, los 42 lugares contribuyeron a moldear el
carácter de una nación en desarrollo. Implícitamente,
la lista recopilada por Moisés apoya la importancia de tener conocimientos
históricos, una idea que Moisés vuelve a pronunciar sin ambigüedades
a la hora de su muerte: "Recuerda los días de antaño,
comprended los años de generación y generación, pregunta
a tu padre y él te habrán de narrar, tus ancianos, y ellos
te habrán de decir (Deuteronomio 32:7).". La Torá cambia
los cimientos de granito de la fe desde la naturaleza hasta la historia,
y al efectuar el cambio, determina el carácter del cristianismo
y del Islam no menos como del judaísmo.
Me llama la atención nuestra parashá
porque acabo de volver de un viaje del Seminario que encabecé a
Israel, Moscú y Praga, para conferenciar sobre el desarrollo de
los futuros líderes judíos. Las conferencias patrocinadas
por el Seminario nos llevaron a los primeros dos destinos: un congreso
internacional en Jerusalén que trató de la santidad de la
ciudad dentro del ámbito judío, cristiano e islámico;
y, en Rusia, participamos en los actos solemnes que marcaron la primera
promoción de 17 alumnos que había cursado 5 años del
programa intensivo dirigido conjuntamente por el Seminario y el departamento
de Estudios Sociales y Culturales Judíos de la prestigiosa Universidad
de Ciencias Sociales de Rusia. La Universidad me otoró un doctorado
honorario en un acto que añadió un toque de importancia histórica
al acontecimiento; es decir, la aclamación pública de un
erudito y líder judío en el mismo momento durante el cual
se desarrollaba una campaña electoral marcada por su tono antisemítico.
Fue un acto de coraje excepcional por la facultad y el decano de la universidad,
Yuri Afanasyev.
Aparte de los asuntos del Seminario y las
elecciones en Israel y Rusia con sus resultados de consecuencia mundial
(del que recibimos noticias emocionantes desde muchas fuentes a cada momento),
para mí el viaje se me hizo inolvidable por el poder irresistible
del ubicuo pasado judío que se manifiesta en el presente de cada
país que visitamos. No hablo únicamente de los monumentos
que se yerguen hasta la saturación en Israel y Praga (incluyendo
a Terezin) con las memorias vívidas del pasado judío.
En el acto de aceptar el doctorado honorario
en Moscú, no había forma de evitar identificarme con la heroica
lucha sin tregua del erudito Simón Dubnov de desarrollar el estudio
sistemático de la historia judía en la Europa del Este, redactar
los diez tomos de la "Historia Mundial del Pueblo Judío",
e inspirar a una generación de discípulos académicos
plenamente fuera del ámbito y de la protección de la Universidad
de Rusia. Nació en Bielorrusa en 1860. Nunca recibió ningún
reconocimiento de una institución universitaria rusa; nunca fue
invitado a unirse como catedrático en una universidad, de hecho,
ni siquiera tuvo permiso de matricularse en una universidad como alumno.
Cuando visitas seguidos a Israel, Moscú
y Praga en el mismo viaje, se experimenta toda la amplitud y diversidad,
la perspicacia intelectual y la nobleza espiritual, la tragedia y la maleabilidad
que componen la trama y urdimbre del tejido de la historia judía.
Eres testigo del enredo continuo de la cultura religiosa y vida social
judía con el mundo a su alrededor: grecorromano, renacimiento, ruso,
la Europa central. Te lanzas desde el templo de Herod hasta Terezin; desde
las excavaciones alucinantes de Zipori hasta el judaísmo calcificado
de la Sinagoga Coral en Moscú; desde la supuesta tumba de Maimónides
en Tiberias hasta el auténtico y emotivo cementerio del viejo barrio
judío de Praga. Entiendes que la identidad judía es un exuberante
mosaico compuesto de las piezas y diseños de muchos lugares y épocas.
El contenido de la consciencia colectiva judía lleva la huella de
nuestra historia nacional especial que abarca más de 3 milenios
y la mayor parte del mundo.
Hace casi 200 años, el fundador europeo
del movimiento conservador, Zacarías Frankel, nació en Praga.
Por el camino hacia el campo de concentración de Terezin, donde
mi abuelo murió hace precisamente 52 años, pasamos varios
letreros que indicaban el rumbo a Teplice, el primer puesto rabínico
de Frankel. Ahí, y luego en Dresden, su segundo puesto, elaboró
una teoría religiosa que yacía entre la reforma radical y
la ortodoxia intransigente que ganó la denominación del judaísmo
histórico.
El término "judaísmo histórico"
propone la idea de que los textos sagrados del judaísmo no se agotan
con el contenido normativo de la religiosa consciencia judía. La
vasta experiencia histórica conmovedora del pueblo judío
complementa el texto escrito y obliga tanto como exige a las futuras generaciones,
con su infinita diversidad cultural, la acomodación a nuevas condiciones.
La concepción inclusive del judaísmo de Frankel capta maravillosamente
la realidad dual de la Praga Judía en el símbolo de los dos
relojes grandes del antiguo ayuntamiento: el reloj convencional en la torre
con números romanos en la cara y el reloj judío justo debajo
del otro que roza la azotea con números en hebreo y las manecillas
pasando en sentido contrario al revés de lo convencional. Como judíos
conservadores, estamos comprometidos a cultivar una amplia gama de experiencia
judía que está controlada por la dualidad (y a veces la polaridad)
de halaja y la historia. Vivir de forma judía es percibir
el tiempo por relojes distintos.
Shabat shalom u-mevoraj,
Ismar Schorsch
La publicación y distribución
(en inglés) de los comentarios de los parashá ha-shavuá
han sido posibles por la colaboración generosa de Rita Dee y Harold
Hassenfeld.