Queridos Amigos:

Salgo jueves de los EEUU en camino a Jerusalén, Moscú y Praga para
celebrar la primera misión patrocinada por el Seminario, sobre el
desarrollo de la nueva generación de líderes. Me acompañarán un grupo
de delegados que proceden de todos los rincones de nuestro país. Volveré
el fin de semana del 4 de julio y pretendo redactar dos o tres comentarios
antes de irme de vacaciones en el estado de Vermont durante el mes de agosto.

Continuaremos el curso con el parashá Bereshit el 12 de octubre. Qué
tengan un verano maravilloso.

Atentamente
Ismar Schorsch

Parashá Korah 5756
Números 16:1 - 18:32
22 junio1996 / 5 tammuz 5756
(Traductor: Victorino Cortés, victorino@redestb.es)

Nuestra parashá de esta semana lleva y perpetúa el nombre
de Korah, el rebelde más famoso contra el liderazgo de Moisés.
Pero Korah y sus socios Levitas no desafiaban ellos solos a Moisés.
A ellos se les unen miembros de la tribu de Rubén (Números 16:1).
El levantamiento es de una naturaleza compuesta, incubado, de
acuerdo con la midrash, por proximidad. Ambos, la tribu de Rubén
y el clan de Korah estaban situados en el lado sur del Tabernáculo
cuando el campamento israelita estaba en movimiento (Números 2:10,
3:29). En su momento, las quejas de Korah debieron haber incitado el
resentimiento latente en el primogénito de Jacob, Rubén, por haber
sido desplazado por Judah, cuya tribu conducía el campamento
(Números 2:3). Así, las áridas listas que abren el libro de números
llevan la semilla de la posterior calamidad. Sin la instigación de Korah,
los descendientes de Rubén podrían haber aceptado su degradación,
lo que lleva a la midrash a comentar: "¡Desgracia para el malvado y
desgracia para sus vecinos!".

La convergencia de múltiples agravios, por lo tanto, da lugar a una
gran rebelión. Los Levitas, con Korah al frente, reclama una medida
igual de santidad, que les permitan compartir el poder con Moisés y
Arón. Los Rubenitas, bajo el mando de Dathan y de Abiram, acusan a
Moisés de haber fallado en la realización de sus promesas políticas.
Habiendo conducido al pueblo fuera de "una tierra rebosante de miel
y leche" para morir en el desierto, Moisés había traicionado su confianza
(Números 16:13).

De nuevo la midrash se aprovecha de un detalle para convertir una
historia sin importancia en una lección moral duradera. Colérico por
las acusaciones de Dathan y de Abiram, Moisés protesta ante Dios:
"No les he tomado un solo asno ni les he hecho mal alguno (Números
16:15).", de lo que el rabino Yohanan saca la conclusión de que Moisés
era un hombre de medios. ¿Cómo?. No es que él no obtuviera ningún
salario como líder de Israel. Si ése fuera el caso, la queja que hizo de no
haberse apropiado nunca de un asno que no le perteneciera habría sido
autoevidente. El significado de esta protesta es que incluso con un salario,
él estaba libre de avaricia, porque él nunca permitió que el salario fuera
inmodesto. Como hombre rico, Moisés no tenía necesidad de una gran
remuneración para mantenerse. Su independencia financiera le otorgaba
inmunidad ante la corrupción. Él no estaba en el servicio público para
amasar una fortuna privada.

La perspicacia del rabino Yohanan claramente toca la cuestión
adecuada y crucial de cuáles son las cualidades apropiadas para el
servicio público. Ni evita el ofrecer su propia respuesta. Es el carácter
de Moisés lo que ejemplifica la convicción del rabino de que "la
presencia de Dios honra solamente a una persona que posee vigor
corporal, riqueza, sabiduría y humildad". Mi propósito al citar su
punto de vista no es cansaros justificando cada una de las cualidades
mencionadas, sino más bien compartir con vosotros la notable
interpretación de ello realizada por el rabino Baruch Halevi
Epstein(1860-1941), en su venerado trabajo, la Torá Teminah.

Miembro estimado de la aristocracia rabínica de Lituania y
residente durante un largo tiempo en Pinsk, no habiendo ocupado
nunca un púlpito, sugiere que la única cualidad indispensable para
la selección divina es la humildad. Incluso, es el equivalente de todas
las otras juntas. La razón para esto es que rasgos como el vigor, la
riqueza y la sabiduría tienden a inflar el ego de uno. Las personas de
talento excepcional o de riqueza son a menudo insufriblemente
arrogantes. Pero no todos los tipos de humildad tienen el mismo
valor, dice Epstein. La modestia de una persona sin logros que la
destacan de los demás está justificada y es natural. La modestia
de alguien que está por encima de la multitud es sin embargo un
acto de superación. La conducta de esta mujer o de este hombre,
con derecho a sentirse superior y predispuesto a ello, está marcada
por un admirable grado de auto-control. Esta es la verdadera fuerza
de la revelación de la Torá de que "Moisés era un hombre muy
humilde (Números 12:3).". A pesar de sus vastas posesiones, no
presumió de ellas ante nadie.

Lo que me entusiasma de la explicación del Rabino Yohanan de
la interpretación de Epstein no es sólo su profundidad psicológica,
sino su chocante proximidad al punto de vista de su antiguo
contemporáneo alemán, Nietszche, el más grande psicólogo del s. XIX.
Al comienzo de "Así habló Zaratustra", define la naturaleza humana
con una imagen inolvidable: "El hombre es una cuerda, atada entre la
bestia y el superhombre - una cuerda sobre un abismo.". El objetivo es
trascender la dualidad por medio delauto-control. Más adelante, en
la misma obra, en palabras que recuerda Epstein, declama: "Te juzgo
capaz de todos los males: por lo tanto, espero el bien de ti. Ciertamente,
siempre me he reído de los debiluchos que se consideran a sí mismos
buenos porque no tienen garras.". Los modelos de virtud no son los
sumisos, sino los hombres que laten con pasión y talento que dominan
a lo largo de una vida de tormento y triunfo. La moralidad genuina no
es natural.

Ésta ha sido siempre la visión normativa del Judaísmo, enunciada
en el principio rabínico de que: "alguien que lleva a cabo una acción
porque se le ordena (está ordenada) es considerado más de alabar
que quien la realiza voluntariamente". Las acciones que se realizan
de forma instintiva no nos obligan. El crecimiento se produce por ir
más allá de nuestros límites. Recorrer la senda del vivir como un judío
exige una auto-superación hasta que interiorizemos e incorporemos
el ideal. Como judíos en un viaje moral, lo natural no es nuestro punto
de partida, sino nuestro punto de destino.

La energía psíquica que se requiere para incrementar nuestra
capacidad para el bien se expresó mejor en el Talmud por Yehuda
ben Tema en una cascada de imágenes memorables: "Se duro
como un leopardo, hábil como un águila, veloz como un ciervo, y
fuerte como un león para realizar la voluntad de tu Padre en el Cielo".
Y es con esta provocadora llamada a un esfuerzo incesante en la
persecución del auto-control con lo que Jacob ben Asher abre su
majestuoso compendio de la Ley Judía, el Arbbah Turim, que
concluyó en Toledo en 1340. ¡Qué elección tan inspirada! Llegar
a ser humano es el resultado de un esfuerzo sobre humano.

Shabat shalom u-mevorá

Ismar Schorsch

La publicación y distribución (en inglés) de los comentarios del
parashá ha-shavuá de Dr Schorsch han sido posibles por la
colaboración generosa de Rita Dee y Harold Hassenfeld.